Desarrollado por Mijaíl Koshkin sobre los diseños del BT, el
tanque medio T34 demostró ser la mejor arma que puso en la II Guerra Mundial la
Unión Soviética –y estamos hablando de unos tipos que también inundaron el
frente con los órganos de Stalin (nada que ver con los genitales del dictador,
para los no iniciados, sino la lanzadera de cohetes Katiusha)--.
El T34, con su grueso blindaje inclinado, virtualmente
impenetrable para las armas alemanas de 1941, y su cañón de 76,2 mm, sembró el
pánico entre las tropas alemanas desde el mismo momento en que apareció en el
frente durante la Operación Barbarroja.
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